Por Julio Moreno, Analista de Inteligencia
“Prevenir las enfermedades y curar es la función de la medicina. Prevenir riesgos, anticipar amenazas y preservar la seguridad de una organización es la función de la Inteligencia, labor del detective analista”
Acudir a un detective es como acudir a un médico. El símil es muy apropiado por varias razones. Cuando nos encontramos mal, desconocemos la causa y el problema se prolonga, inmediatamente nos preocupamos por nuestra salud y lo primero que hacemos, o lo que sería recomendable hacer, es acudir al médico para que valore qué puede estar pasándonos.
El doctor nos escucha, observa, identifica síntomas y hace un primer diagnóstico (hipótesis), que deberá confirmar a través de diversas pruebas. Es probable que si se trata de una enfermedad común se resuelva con una sola visita. Cuando el problema es más complejo y los síntomas no son diagnósticos (aparecen en distintas dolencias), el médico realiza una investigación.
Partiendo de una hipótesis de inicio decide qué investigar y qué pruebas realizar para conseguir información y evidencias que le permita descartar, refutar o confirmar su tesis. Las pruebas se llevan a cabo con métodos científicos para obtener datos de forma objetiva, de tal manera que sus fuentes y los métodos que los proporcionan sean creíbles y fiables. Aun así, el médico los evalúa y determina cual es el grado de fiabilidad y credibilidad de los mismos ya que en algunos casos pueden dar origen a falsos negativos o falsos positivos.
Tras el proceso de obtención y evaluación de la información integra los datos relevantes en el modelo que ha construido de su primer diagnóstico o hipótesis de trabajo (este modelo se edifica a partir de un marco de referencia mental constituido por su experiencia, cultura, creencias, educación y conocimiento), de tal manera que puede visualizar el conjunto y las partes del problema.
Seguidamente tiene lugar la fase más relevante de la investigación: el análisis y la interpretación de los datos obtenidos. Es posible que las evidencias le permitan confirmar la hipótesis principal, o sin embargo le obliguen a plantearse alternativas distintas que deberá seguir investigando.
Verificado el diagnóstico ya puede explicar al paciente qué le está ocurriendo y las implicaciones de su enfermedad, esto es, si no es nada serio o por el contrario el paciente requiere una especial atención. Acto seguido recomienda el tratamiento específico para curar la dolencia.
El detective actúa como el médico. Un cliente percibe la existencia de un problema (en nuestra terminología lo denominamos amenaza), que afecta a sus intereses legítimos y que, por lo general, entra en conflicto con el de terceros y pone en riesgo su seguridad, su integridad, sus derechos o cualquier otro bien que desea proteger.
La amenaza es para el detective lo que la enfermedad es para el médico. La salud es para el médico lo que la seguridad es para el detective. Prevenir las enfermedades y curar es la función de la medicina. Prevenir riesgos, anticipar amenazas y preservar la seguridad de una organización es la función de la inteligencia, labor del detective analista.
Ante esta situación, habitualmente compleja, el cliente debe tomar decisiones. Para arrojar luz, clarificar y visualizar con nitidez el problema necesita información, ya que el grado de incertidumbre suele ser alto. Por otro lado, necesita evidencias, pruebas para sustentar lo que quizás hasta el momento sólo es una mera sospecha.
El cliente realiza por sí mismo unas primeras indagaciones, quizás son suficientes y con ello puede tomar decisiones. En otros casos existen implicaciones legales que deben considerarse, por lo que muy probablemente se precisan dos cosas: Por una parte, asesoramiento jurídico especializado y por otra, evidencias que acrediten los hechos que sean válidas y aceptadas en un proceso judicial.
Cuando el cliente no puede conseguir pos sí mismo la información que necesita (por cuestiones de tiempo, capacidad, dedicación, complejidad), suele recurrir a terceros no expertos (un familiar, amigo, empleado, compañero, socio, etc.). Puede dar resultado, sin embargo, lo habitual es que no sea así.
Ampliando el ámbito del símil, cuando usted tiene un problema que afecta a sus derechos legítimos seguramente piense en consultar con un abogado. De igual modo, en aquellos casos en los que no dispone de información que le permita saber exactamente qué está ocurriendo o no dispone de evidencias para probar los hechos, inmediatamente debería pensar en un detective ya que lo primero que echa en falta es información para tomar decisiones.
Cuando su problema afecta a cuestiones de índole legal es conveniente asistir al abogado quien evaluará y le orientará sobre la estrategia legal. Apoyar esta estrategia requerirá, en muchas ocasiones, la obtención de información en dos direcciones: por un lado, inteligencia (obtener superioridad informativa ente el problema), y por otro, evidencias para aportar a un posible juicio (aseguramiento de la prueba).
Los especialistas en realizar estas actividades son los detectives privados, únicos profesionales habilitados por la Ley para llevar a cabo investigaciones privadas en el ámbito personal y empresarial. Igual que los médicos, los detectives, dada la naturaleza tan sensible de su trabajo, han de cumplir unos requisitos legales, entre ellos una autorización del Estado, estar en posesión de titulación universitaria que acredite su capacitación y no tener antecedentes penales.
Esto se traduce en la posesión de una licencia gubernativa, estar de alta como colegiado ejerciente en el correspondiente Colegio Profesional, disponer de un seguro de responsabilidad civil profesional y cumplir con todas las obligaciones administrativas y tributarias, además de formación académica continuada.
El detective analista le escuchará atentamente, le orientará, evaluará la situación, realizará un primer diagnóstico, propondrá investigar para confirmar o refutar las hipótesis, identificará específicamente el problema y su dimensión, obtendrá las evidencias necesarias en función de las limitaciones legales y de los criterios de proporcionalidad, idoneidad y necesidad, y le entregará un informe final con el que podrá tomar decisiones encaminadas a solucionar el problema.
Además, cuando sea el caso, podrá acudir a los juzgados a defender sus derechos con una carga de prueba de gran valor reconocida en todos los ámbitos judiciales y de las administraciones, lo que le proporcionará superioridad probatoria.
Si está enfermo acude al médico. Igualmente, cuando usted o su organización tienen la percepción de una amenaza que pone en riesgo sus intereses y su seguridad y la falta de información se traduce en un alto grado de incertidumbre para tomar decisiones, usted debería acudir a un detective analista: un experto en la obtención, el tratamiento, el análisis y la protección de información.